Reflexión desde el Corazón de Jesús
«Jesús les dijo: “¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?”» (Mc 4, 40).
Sacerdote mío: aunque los vientos sean fuertes y la tempestad arrecie, yo no te dejaré.
Aunque el sol dejara de iluminar, aunque la luna dejara de brillar, yo no te dejaré.
Aunque las estrellas se apagaran y cayeran del cielo, una a una, yo no te dejaré.
Aunque surjan dificultades, yo no te dejaré.
Aunque camines por cañadas oscuras, yo no te dejaré.
Aunque parezca que todos se han ido, yo no te dejaré.
Aunque la duda y la inquietud te asalten, yo no te dejaré.
Aunque los vientos cesen y el mar vuelva a la calma, yo no te dejaré.
Aunque los cielos pasen y la tierra pase, estas son mis palabras: yo no te dejaré.
Permanece con mi Madre y acompáñala.
Así estarás completamente seguro de que yo no te dejaré, porque mi Madre siempre está conmigo.
Amigo mío: yo no te dejo, porque a través de ti es que yo me hago presente, y yo nunca te dejaré.
Yo ruego al Padre por ustedes, pastores míos, porque son suyos. Y todo lo mío es suyo, y todo lo suyo es mío.
Yo les he dado su Palabra. Y el mundo los aborrece, porque ustedes no son del mundo, como yo no soy del mundo.
Yo no pido al Padre que los saque del mundo, sino que los guarde del mal, y que los santifique en la verdad, pues su Palabra es la verdad.
Así como Él me envió, yo los envié a ustedes.
Yo ruego al Padre no solo por ustedes, sino por todos los que creerán en mí por ustedes, por su palabra, que es la mía, para que sean uno.
Para que, así como el Padre está en mí y yo en Él, también ustedes y ellos sean en nosotros, y el mundo crea que el Padre me ha enviado.
Yo les he dado la gloria que me dio el Padre, para que sean uno conmigo.
Yo estoy en ti y tú en mí, amigo mío. Somos perfectamente uno.
Tú eres mi amigo, y yo te digo: yo no te dejaré.
(Oraciones y Reflexiones, Abluciones n. 9)